Servicio de estudios: Colaboraciones
18-04-2010

Reforma laboral, ¿oportunidad o amenaza?

Esta misma semana, el Gobierno ha presentado un documento en el que se plantean nuevas propuestas orientadas a la reforma del mercado laboral, cuyo objetivo es tratar de orientar el diálogo social entre sindicatos y patronal iniciado a primeros de febrero hacia las cuestiones allí presentadas. Aunque por el momento no sean más que meras propuestas, sujetas a debate, el hecho de haber sido planteadas debe valorarse positivamente en la medida de que suponen un reconocimiento explícito de que es necesario realizar reformas en el mercado laboral.

En efecto, con bastante más de cuatro millones de parados, una tasa de desempleo que ronda el 20%, y, lo que es peor, sin visos de que la situación vaya a mejorar en los próximos meses, parece claro que se trata de una de las reformas pendientes más importante que tenemos en España. Así lo viene advirtiendo el gobernador del Banco de España desde hace tiempo, y así parecen asumirlo también los agentes sociales, conscientes de la trascendencia de llegar a algún acuerdo para reconducir la situación. Por tanto, nadie cuestiona ya si debe haber una reforma laboral en España, sino que la pregunta es: cuándo ocurrirá y qué alcance tendrá. De las respuestas que se den dependerá en buena medida cómo será la recuperación de España, aunque también tendrán una gran incidencia en la recuperación o no de la credibilidad que la comunidad inversora internacional otorga a España.

A la vista de la situación del mercado de trabajo español, y considerando la opinión que desde el exterior se tiene de la economía española, parece que todos tenemos bastante claro que la reforma laboral es una tarea ineludible. Pero más allá de buscar un acuerdo de mínimos entre los agentes sociales para salir del paso, lo deseable sería aprovechar esta oportunidad para que España se plantee como objetivo una reforma laboral ambiciosa. Y por ambiciosa debería entenderse una reforma que de verdad incentive la contratación laboral por parte de las empresas, al mismo tiempo que se establezca un marco laboral con vocación de perdurabilidad en el tiempo, que no exija su revisión dentro de pocos años porque ahora se haya alcanzado un acuerdo de mínimos e insuficiente. Abaratar los costes de contratación y de despido es probablemente una medida necesaria, pero no hay que enfocar las reformas sólo por el lado de las pérdidas de derechos de los trabajadores. Es igual tan necesario o más incrementar la productividad con mejoras en la formación o vinculando las retribuciones de los trabajadores a los resultados de las empresas para que no sólo se vean perjudicados cuando las cosas van mal, sino que se beneficien cuando la actividad funcione.

Desafortunadamente, el documento presentado esta semana no puede decirse que contenga propuestas con un alto grado de concreción, y teniendo en cuenta que todavía falta que pasen el filtro de las negociaciones entre los agentes sociales, no está nada claro cuál será el resultado final del acuerdo para la reforma. Habrá que seguir muy de cerca en los próximos meses los avances de las negociaciones sobre la reforma del mercado laboral porque de ellos dependerá en buena parte cómo se producirá la reactivación económica y si recuperamos parte del crédito internacional perdido.

Sergio Echevarría (sechevarria@ibercaja.es). Ibercaja. Heraldo de Aragón, 18 de abril de 2010.


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