EN PALABRAS DE TRUMP
Guillermo Uriol. El Economista.
La agenda verde europea de electrificación y descarbonización conlleva costes para las empresas, que probablemente intentarán repercutir en precio a sus clientes. Claramente esto es una desventaja competitiva frente a aquellas compañías que no tienen obligación de llevar a cabo esas políticas. Esto no supone un problema, siempre y cuando, las elecciones en Estados Unidos no las gane Trump. Ya han sido varios los avisos por parte del candidato a la Casa Blanca donde demostraba su antipatía hacia estas medidas. Si gana Trump, Estados Unidos se saldrá del Tratado de París y moderará los requerimientos de descarbonización.
En su presentación en la Convención Republicana, Trump insistió mucho en el “Green New Scam”, el fraude verde. Dice que la energía eólica y solar es cara. Si esto ocurre y las empresas de Estados Unidos tienen requerimientos medioambientales menos exigentes que las europeas, tendrán una ventaja competitiva. Convertir el proceso productivo de una compañía en una tecnología verde, conlleva tiempo y coste. Si las empresas americanas no tienen obligación de hacer esa transición, éstas podrán vender sus productos mucho más baratos a los clientes y tener una ventaja competitiva en costes.
Pero todo este discurso en contra de la sostenibilidad tiene dos grandes perjudicados, por el momento.
Una de las primeras víctimas a las que atacó en la convención fue a la energía eólica y solar. En este caso el tono del candidato fue notablemente más agresivo que el que ha tenido en ocasiones anteriores. Algunas de las afirmaciones que dijo es que estas energías son caras y no funcionan, además de necesitar mucho espacio y precisar de subsidios. Algunas compañías ya han tenido problemas con la rentabilidad de sus proyectos en el país, especialmente con la energía eólica offshore, y sin esos subsidios es posible que éstas no estén dispuestas a acometer más proyectos en la región.
Otro de los focos de ataque fue el coche eléctrico, donde afirmó que acabará con los incentivos y créditos a estos vehículos y baterías en su primer día. Quitar este tipo de incentivos a los coches eléctricos, que de por sí son más caros de producir, reducirá sus ventas entre el público, favoreciendo los coches de combustión de energía fósil. Esto supone un paso hacia atrás en la carrera hacia la descarbonización y el límite del aumento de la temperatura en 1.5ºC.
En definitiva, el objetivo final que tiene Trump es redirigir los trillones de dólares no gastados todavía en proyectos verdes a la construcción de carreteras, puentes y pantanos. Es decir, las compañías de infraestructuras que desarrollan estos proyectos serán las grandes ganadoras de este cambio en la política de reparto del IRA. De este modo, uno de los países más contaminantes del mundo no ayudará en la carrera medioambiental y esto generará un problema al resto de regiones, especialmente Europa, donde tendrá que hacer un mayor esfuerzo para compensar esta salida de los Acuerdos de París, si finalmente Trump sale ganador.
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