EL TIMÓN PERDIDO DE EUROPA

La carencia de rumbo de la Unión Europea se ha ilustrado en las últimas semanas, perdiendo incluso su papel negociador en el futuro de Ucrania.
 
Más allá del síntoma, el reto existencial de la UE pasa por su crecimiento (prácticamente inexistente en los últimos años, 0,7% en 2024 y 0,5% en 2023) y por recuperar la ansiada competitividad perdida, largamente manifestada en el informe Draghi y en la Brújula de la Comisión Europea.
 
Las líneas parecen claras: innovación, descarbonización y reducción de dependencias excesivas. Pero de nada sirve el diagnóstico sin el consenso, la urgencia y una materialización efectiva. 
 
El nuevo escenario geopolítico es incierto y se reconfigura con el eje Alemania-Francia debilitado. Los problemas industriales alemanes, sin la competitividad del gas ruso barato, se manifiestan en la evolución de su PIB: caída del -0,2% en 2024, tras un -0,1% en 2023 y la frágil tendencia de las cuentas públicas francesas se hacen patentes en los mercados financieros.
 
Es necesario un cambio, una flexibilización de las reglas fiscales y una inversión proporcional a la magnitud de los retos de la actualidad (el informe Draghi ya cifró la necesidad en 800.000 millones € anuales).
 
Las elecciones alemanas de este fin de semana suponen una oportunidad para reconducir la delicada situación económica que afronta Alemania y, sobre todo, de ejercer como timón al frente de la Unión Europea, que precisa tanto de motor, como de brújula.